"Espacio líquido"
Del 19 de Enero al 18 de Febrero de 2018
Inauguración: Viernes 19 de Enero a las 20:00h.
Inés Ramseyer
“Espacio Líquido”
Inés Ramseyer Dayer es arquitecta y fotógrafa. Esto es
importante, porque ella misma dice que “Mi formación de arquitecta condiciona
mi visión de las cualidades del espacio y de las diferentes escalas. Entiendo
que tanto la arquitectura como la fotografía usan recursos parecidos para
construir espacios: trabajan con la luz y las sombras”. Yo no soy arquitecto ni
fotógrafo, así que daré por buena esta comparación; no obstante, creo que su
faceta fotográfica, que es la que nos ocupa, tiene el interés que otorga la
libertad del no condicionamiento a la funcionalidad que debe atribuirse a la
arquitectura.
La obra fotográfica permite a Ramseyer ser más
experimental, no ser tan objetiva, ser concreta y a la vez conceptual. Creo que
lo más interesante se su obra está en la representación de una imagen que no
tiene una conexión inmediata con el objeto y, por tanto, se aleja del mundo
tangible. Sin duda existe una referencia (identificable casi siempre) a un
fragmento del mundo natural, pero creando un escenario deliberadamente
organizado, una mezcla original de forma, color y luz diseñada para marcar una
separación entre el objeto y su contexto.
Cualquier cosa, en la mirada creativa de Ramseyer, puede ser
transformada en una versión abstracta de sí misma. El encuadre, el uso del
macro o el ángulo único elegido, hacen que la imagen se convierta en un patrón
abstracto. Y esta perspectiva no objetiva, que es lo
que me resulta más motivador, invita al espectador a hacer su propia
interpretación del tema.
Supongo que en esta libre interpretación podemos establecer
una serie de paralelismos con la obra de Zygmunt Bauman, a la que la autora se
refiere en el título de la exposición: Espacio Líquido. He de confesar que, del
mismo modo que la obra de Ramseyer me provocó cierta pulsión escritora (que fue
el motivo para aceptar la propuesta de Enriqueta Hueso de redactar estas
líneas), nunca me ha gustado del todo la línea argumentativa de Bauman, un tipo
(en paz descanse) que los últimos años estuvo deprimiéndonos con una sola obra sobre el cambio de estado
de la modernidad.
Personalmente (una cosa no quita la otra), estoy de acuerdo
con que la obra de Bauman es indispensable para entender el devenir de la
sociedad actual. Ha sido una de las voces más críticas con la sociedad
posmoderna, la cultura del envoltorio o a la extrema ductilidad del concepto de
verdad y mentira histórica, en una orwelliana vuelta de tuerca intrahistórica.
Lo que no significa que me guste todo lo que dice.
Evidentemente, la sociedad ya no es la que conocimos hace escásamente 25 años.
Antes los conceptos eran sólidos, piedras angulares que incluso asfixiaban a
los individuos en su firmeza. Hoy todo es líquido, en una evolución positiva en
tanto su aplicación a la preservación de los derechos individuales de las
personas, pero a costa de una enorme indiferencia e indefinición entre todos
nosotros. Según Bauman no es sólido absolutamente nada. Ni siquiera la
ideología. Todo se desmorona hoy exactamente igual que las moléculas del agua
que, en cascada, buscan adaptarse al nuevo recipiente cuando se vierten desde
una jarra. Permítanme que yo sí crea aún que existe solidez en ciertos valores.
Pero eso es otro tema.
Entiendo que las formas se disuelven en la fotografía de
Ramseyer con la levedad del capital, y que su interpretación queda en el aire,
como en el aire quedan disueltas también las viejas instituciones y reglas orden-constitutivas de las que hablaba el sociólogo polaco.
Entiendo también que hay que ver estas fotografías sin las coordinadas fijas,
condenados a una búsqueda individual entre las identidades y normas fluidas.
Bauman describe una sociedad líquida, insegura, sin
estabilidad, que no sabe cómo puede terminar debido a sus constantes cambios y
mareas que la alteran. Ciertamente, la interpretación de las fotografías es un
poco así.
Yo hubiera preferido a Pierre Bourdieu, Richard Sennett o Ulrich
Beck, incluso a Italo Calvino, Milan Kundera o Josif Brodski. Bauman me produce
una sensación de inmovilidad, su diagnosis es densa y no deja mucho espacio
para la actividad; no nos ofrece ningún mensaje esperanzador; no hay promesas
alentadoras; no hay predicciones fáciles; no hay recetas cómodas. Sin embargo, en la fotografía de Ramseyer me
parece que el mundo puede ser otro e incluso mejor.
Eso sí, lo que más me gusta de Bauman es lo que más me gusta
de Ramseyer, pues ambos registran la atmósfera vaporosa
en que flotan nuestras vidas perdidas.
Joan Feliu – Universitat Jaume I - UJI