miércoles, 28 de septiembre de 2016

"Silencios"
Manolo Sáez
Inauguración: viernes 7 de octubre a las 20h
Del 7 al 29 de octubre de 2016

La Galería O+O abre este nuevo comienzo de temporada con la exposición "Silencios" de Manolo Sáez


El paisaje emocional


¿Está Manolo Sáez Arnedo influido por el ideal romántico de crear pinturas que provoquen una respuesta emocional? No sé si lo persigue, pero sin duda lo consigue.

Las pálidas tonalidades grisáceas del mar encrespado y turbulento, o de la bruma de un bosque misterioso, invitan a imaginarnos lo mareado que podría sentirse uno a bordo de un barco mientras avanza y cabecea contra las olas, o la confusión y quietud que experimentaría en uno de esos lugares solitarios y nebulosos.

Supongo que no seré el único al que le recuerdan un poco a Turner, especialmente en el extraño poder que adquieren los brillos de la niebla, de la tormenta o del cielo reflejado en el agua en un paisaje fundido propio de un sueño. Lo cierto es que el romanticismo y los posteriores neoromanticismos, se han configurado en campos estéticos muy ricos y variados, por lo que es difícil establecer una definición acertada y concreta del movimiento. Esta condición permite, a su vez a los críticos, el uso del término con cierta ambigüedad. Y así lo voy a usar yo también.

En todo caso, y aunque no resulta difícil establecer semejanzas con otros románticos (de todos los tiempos), es destacable que el estilo de Manolo Sáez Arnedo parece más libre y suelto que lo que es convencional; las formas quedan diluidas por la luz y el dibujo deja paso a la atmósfera que lo envuelve todo, llegando a composiciones cercanas a la abstracción. La presencia de la naturaleza en la pintura Manolo Sáez Arnedo (otra vez Turner me viene a la memoria como si se tratara de una repetitiva canción del verano) es una constante. El espacio natural de sus delicadas obras resulta infinito y las cosas quedan envueltas en torrentes de sombras que terminan por absorber y destruir la figuración.

Dicho esto, estamos ante paisajes. Hace años, Javier Maderuelo dirigió un curso titulado Pensar el paisaje 03. Paisaje y territorio, coincidiendo con una exposición homónima que junto con María Luisa Martín de Argila comisarío para la Expo Zaragoza 2008. En palabras del mencionado, el concepto paisaje es un constructo, una elaboración mental que realizamos a partir de lo que se ve al contemplar un territorio, un país. El paisaje no es, por lo tanto, un objeto ni un conjunto de objetos configurados por la naturaleza o transformados por la acción humana, tampoco es la naturaleza, ni siquiera el medio físico que nos rodea o sobre el que nos situamos. El paisaje, en cuanto concepto, es la trabazón que permite interpretar en términos culturales y estéticos las cualidades de un territorio, lugar o paraje.

Además, el paisaje, siendo una creación cultural, es decir, humana, es algo que se construye. En cada época y en cada sociedad se han elaborado imágenes del mundo y del entorno que responden a las creencias, conocimientos y deseos que poseían. Así, el romanticismo en Europa concedió al paisaje una posición cultural de privilegio, adquiriendo entonces una entidad anímica y emocional, mientras se reconocía a la pintura de paisaje una significación épica y poética.

Permítanme, siguiendo esta línea argumental, que redunde en un término que creo es muy definitorio de estas obras: son tremendamente poéticas, también aquí usando el calificativo desde una visión romantica y entendiendo como poesía todo aquello que se considere poético y cree un sentimiento poético en el lector. La poeticidad no depende aquí de la pintura o sus cualidades intrínsecas, sino de la relación que establece ésta con el espectador o, mejor dicho, que el espectador establece con ésta.

Se abandona la figuración (esta teoría viene de los tiempos de Kant) para definir la belleza en la pintura en función del efecto que crea en el individuo, y deberíamos contemplarlas desde un punto de vista a partir del cual el criterio de belleza de un dibujo no depende de su adecuación a unas pautas reconocibles y sistematizadas en un canon previo. Lo bello y lo poético están en todas partes, en todas las artes y dependen sólo de que el espectador sea capaz de hallarlas.

También quisiera hacer mención al uso del color. Personalmente pienso que Manolo Sáez Arnedo lo maneja con una eficacia extraordinaria, e incluyo premeditadamente en esta afirmación los dibujos a carboncillo. La simplicidad del uso de la monocromía requiere un dominio del equilibrio entre luces y sombras para que el resultado sea de una armonía global. Los trazos, las manchas, los vacíos, funcionan como una red interconectada en la que se establecen relaciones entre lo sombreado y la estructura del dibujo que debe de asomarse, intuirse.

Y dejo para el final lo que me parece más importante. Miro un dibujo de Manolo Sáez Arnedo y creo que es capaz de parar el tiempo. Hay algo de dejarse embaucar por los paisajes, como si nos advirtiera que cuando te resistes al fluir de la vida en realidad te resistes a tu propia naturaleza interior.

Jaime Renán González Pérez, un poeta neoromántico contemporáneo escribe:
Extasiado ante un crepúsculo dorado,
Contemplo como humilde profeta
La felicidad venidera de los hombres:
aliados al mar, al bosque y al viento.
Aliados a la montaña y al paraíso verde
Que aún se nos ofrece aquí en la tierra.

No se me ocurre mejor manera que terminar leyendo este poema ante un paisaje de Manolo Sáez Arnedo.


Joan Feliu
UJI / VIU/ MACVAC